miércoles, 17 de junio de 2009

Carezco de la fuerza necesaria para tener alguna meta fija.

domingo, 22 de marzo de 2009

El sentido de la experimentación de la vida es el poder eventualmente definir aquello que nos corresponda como individuos y lograr nuestro cometido en este mundo. Evidentemente, si bien el concepto de experimentación es uno sumamente amplio, podríamos reducirlo a tres variables fundamentales:

I).- Experimentación Sensorial: El uso moderado de drogas es aceptable, siempre y cuando su uso sea impulsado por una curiosidad de orden luciferino. De las facetas de la experimentación, esta puede ser la más dañina a nivel físico, pues se corre el peligro de perder el control y caer en una adicción.

II).- Artística: Asumiendo el hecho de que el ser humano se ha distanciado radicalmente de la belleza áurea griega en el campo de arte, lo único que puede aspirar el artista en estos tiempos es el poder explorar las posibilidades para captar la fuerza vital de su propio cosmos. Todo artista puede y debe experimentar en su crear insesante, sobretodo en sus años mozos, sino quedará sepultado bajo añejas concepciones y regalando más repeticiones al mundo.

III).- Espiritual: Quizá la más facilmente reconocible de las tres variables de experimentación es la búsqueda espiritual. El hombre es un caliz alquímico, donde cada instante de su existir agrega un componente más a esta caótica mezcla que es el alma, por lo que se ve en la necesidad de permanecer en movimiento. Una imagen perfecta de este vagar permanente es el cuento "Siddharta" del maestro Hesse. El joven Siddharta nunca permitió que su conocimiento se estancara y siempre siguió los designios del corazón, pudiendo finalmente encontrar la divinidad que se halla dentro de sí mismo.

Para concluir el tema, si bien la experimentación no es la voluntad principal dentro del hombre superior, es sin embargo el camino que conduce hacia él. 

Nada más que decir, estoy somnoliento.

viernes, 20 de marzo de 2009

Satan y Lucifer no son lo mismo.

En otras noticias...

Tengo sueño.

jueves, 12 de marzo de 2009

Enviaré una carta formal a la jefa del departamento de Lenguaje y Comunicación en mi colegio para sugerir lecturas con mayor contenido y peso literario.

Explicaré el por qué de mi intención.

El primer libro que debemos digerir es "Un Grito Desesperado" por Carlos Cuahutémoc Sánchez. En un esfuerzo por disfrutar la lectura y dar las respuestas que mi profesora desee escuchar en la prueba, conseguí el archivo pdf rápidamente y di inicio al relato.

Eché salvajes llamaradas por los ojos al pasar por las primeras cuarenta páginas, ¿Qué cruzaba por la mente de aquel que eligió este libro para mancebos de enseñanza media? El dramático título no logró levantar del suelo el cuerpo de la historia, una digna de estar en el más sentimental PowerPoint cadena. "Tres Pasos para la Superación" era tan sólo uno de los peores capítulos, en donde el autor suda la gota gorda para repartir burdas enseñanzas pseudo-cristianas para "el éxito". Nada más me imagino el tipo de persona que espera ver el autor en su sacro futuro, un funcionario con una felicidad forzada, pasiva, que jura a sangre y fuego que ama su trabajo, su esposa y a sus hijos. Un hombre de "placeres simples", de mal gusto y estilo, tolerante ante toda ofensa, defensor ardiente de la democracia y dolores pasados. 

En pocas palabras, un ser mediocre.

¿Es la intención de la educación actual desligarse de la pesada carga de los mal mirados clásicos y acercarse a una juventud apática e idiota? Últimas noticias han llegado ya, viejos entumidos, dicen que la juventud actual no necesita tanta sensiblería. Como he señalado antes, la flor de la vida exuda un perfume de tristeza incontrolable, mas es ése perfume el que potencia la belleza de esta estapa. Familias disfuncionales han de ser relegadas al plano de la ayuda psicológica, no a los textos de aquellos que supuestamente se acercan a la experiencia universitaria. Las tragedias y miserias (el dolor heroico) sólo logra enriquecer la existencia, es hora de dejar de hacerle el quite al dolor. El sufrimiento es parte esencial de la comprensión para impreganarse del sentido de totalidad.

Empeora la situación el hecho de que ni siquiera se les haga leer junto a estas sensiblerías libros de verdad, que ninguno de los alumnos sepa quién es Borges o si ha leído un poema que no sean los hediondos versos de Parra o Neruda...

miércoles, 11 de marzo de 2009

Estoy desesperado. Lo que en un comienzo fue una licencia para disfrutar de las actividades propias de un adolescente "normal" me condujo a vivir estridente y de manera efímera.

Fui criado en un hogar que me impulsó naturalmente al acto de contemplación estética. Siempre se me incentivó a que creara, visitábamos a menudo museos (cuando no eran antros de decadencia y libertinaje) y el mundo adulto no me fue ajeno. A medida que crecía leía más y me empapé de un sentimiento romántico e idealista de la vida que a menudo chocaba con la cruda realidad. En el colegio me sentía como un forastero desesperado porque, si bien contaba con amigos, nunca pude mantener una conversación seria o compartir opiniones con ninguno. Nunca lo intenté, probablemente ese fue mi error. Esta silenciosa soledad empeoró cuando me convertí en un amargado, que impresionaba fácilmente con hechos y dichos  otros muchachos que llegaron a detestar el mundo por seguirme.

Un buen día decidí relajarme y tratar de conciliar mis dos vidas paralelamente, sin dejar que mis más íntimas visiones interfirieran con mi personalidad amable, divertida. Por supuesto que en un principio funcionó de maravilla. Conocí nuevas personas, jugué con la llama que antes evitaba a toda costa, besé chicas y bebí alcohol a gusto. Mas aquí estoy, pensando si realmente debería gastar los bellos momentos de la juventud en estas fugaces sensaciones o entregarme una vez más a los ideales que guardé en un polvoriento baúl.

Nietzsche dijo que el hombre no ha sufrido lo suficiente. Es cierto. Estoy evitando la forja para el caracter que es el dolor, estoy olvidando mi individualización en pos de un espejismo de felicidad.

Aún no sé si recobrar esta herencia.

martes, 10 de marzo de 2009

Primer día en el curso humanista-social. Me encuentro en medio de una vorágine de pensamientos.

Tuve un excelente comienzo en la clase diferenciada de Lenguaje. La profesora es joven (gracias a los Dioses) y maneja con relativo dinamismo sus clases. Se mostró interesada en mis observaciones respecto de cómo el hombre se acerca a la divinidad a través del desarrollo del lenguaje, pidiéndome que señale otro gran grito de la humanidad. Mencioné a la espada.

Dos grandes herramientas, dos grandes hitos en la evolución humana. La palabra es la última abstracción, la cual sirve como lo más eficaz a la hora de transmutar el entorno y proyectar el imaginario interno hacia otros. Mientras que por otro lado el ingenio faustico está encarnado en el frío metal de la espada desenvainada, la prolongación del alcance destructor, justiciero a veces. Me referiré en otra ocasión sobre este tema, pues soy invadido por la pereza en este instante.

Existe un exceso de pretensión por parte de aquellos que se autoproclaman "humanistas" con todo el entusiasmo de un presidente de curso. Si se tiene interés en los movimientos del espiritu humano, si se busca explicar sus motivaciones, si se busca crear nuevos valores que le movilicen... Se debe asumir la tarea con superficial humildad e individualismo, más que desgastar energías en nombres inútiles.  Los que caen con mayor frecuencia en esta falta de estilo son las jovencitas feas y tontas. Es enserio. Típicamente se sienten investidas de una autoridad redentora, surgida por la frase "Los humanistas gobernamos", mientras se sienten obligadas a tomar conciencia de "lo social" escuchando (oh sorpresa) Violeta Parra y idolatrando la figura de Allende en casos extremos. Finalmente, a pesar de todos sus esfuerzos por verse más comprometidas con el pensamiento superior, fallan miserablemente a la hora de responder una simple pregunta de comprensión lectora o cuando se les presenta la palabra "inherente".

No soy un amargado, como muchos podrían creer. Simplemente soy un niño que ha vivido mucho tiempo solo, por lo que me dedico a observar lo que me rodea con un profundo desdén en esperanzas de poder amar realmente. 

He abandonado mi insipiente desprecio sólo en una ocasión.

lunes, 9 de marzo de 2009

Un mes ha pasado desde que escribí por última vez en este blog. Quizá es tiempo de contar como gocé del resto del verano.

Mis "herramientas" están en Santiago. "Herramientas" son el acceso a internet, textos varios, mi humilde guitarra, entre otros. Al verme privado de estos elementos, entro en un estado (debo admitir mi debilidad) de aburrimiento tormentoso, pues siempre he sido un niño absorbido por lo abstracto en vez de las experiencias que ofrece la realidad. Es probable que este desdén por lo material se deba en parte a que vivo en un estado de aislamiento espiritual e intelectual extremos. No es que no haya gente, espíritus afines, con los cuales pueda abrirme y compartir mis comentarios, sino que escojo voluntariamente no hablar de nada "serio" con nadie.

Volviendo a la línea original: cuando viajé a viña para disfrutar en contemplación el mar, cometí el craso error de no traer conmigo mis herramientas. Mi desesperación se amplificó al llegar a mi alojamiento, pues sentía la imperiosa necesidad de reflejar artísticamente aquello que me rodeaba. Al paso de unos largos días, obtuve mis preciados objetos, con los cuales pude enriquecer mi estadía en la costa enormemente.

Luego de pasar mis días en Viña, volví apresuradamente a mi hogar en la capital, pues se acercaba la fecha de reingreso a clases. No me disgustó en absoluto este hecho, pues estaba ansioso de conocer nuevas personas en el curso especializado que se me asignó. A pesar del hecho de que mis expectativas fueron cumplidas respecto a mis compañeros, sentí que estaba perdiendo mi tiempo en una clase dirigida hacia aquellos con aspiraciones en el plano de las ciencias. Hice las diligencias correspondientes y me integraré el día de mañana al curso "Humanista-Social" (increíble nombre), en donde me veré obligado a dejar la frustración intelectual que me inunda en clases de Lenguaje para poder demostrar mi potencial y obtener buenas notas.

Releyendo el texto, siento que mis observaciones son sumamente pretensiosas; supongo que es natural debido a mi condición de adolescente, en la cual tiendo a girar en torno al acto de *adolescer*. Un dolor extraño tiñe mis horas y las convierte en silenciosas, caóticas tormentas. Tal y como la ebriedad, es esta edad perfecta para servir como chivo expiatorio a los errores... Como asumir la desesperanza y nihilismo cual estandartes de batalla en el juego social.